Despertador y Magen tiene dos problemas
fundamentales: la sensación de que la noche anterior se mandó una cagada y el
fantasma de su pieza que cada mañana le arranca su gorrito.
–Dameló, puto.
El gorrito le cae encima, como si nunca
hubiera pasado. Magen usa orejeras de gato, y como le avergüenzan para salir a
la calle o pasearse por su casa, se pone siempre encima un gorrito de lana
púrpura.
Desayuno. No hay café pero hay malta. Sale
malta. Un par de galles, rápido, sentarse. Caliente mortal en los labios
dormidos, tomar, y de repente, como un tesoro guardado en la cotidianeidad de
la malta, ahí estaba: el recuerdo. En forma de un sabor casi transparente. Un
beso. Que se dio con Florchu. Y que toda la noche le trajo sensaciones confusas.
Era su mejor amiga y ahora la había besado.
Tarde. Morder malta, beber galles,
mochila, bici. Salir.
Cierra la puerta tras de sí y un aire
nuevo le cambia los mambos. La mañana es fresca. El aire está frío, limpio y
claro de siete y media. Algo hay táctil en el tiempo, su suspensión sincera,
translúcida. Y en el cielo hay una enorme ballena azul flotando sobre el
amanecer.
–Eso no estaba ayer.
Magen saca su polaroid de la mochila y
dispara. La cámara imprime:
"Algo azul invade lo azul.
Como el aire en el viento
o el mar en el mar"
Lee, guarda todo y arranca viaje a la
escuela. Con bici y el pulóver flameando; quizás tan rápido que no la
alcanzarán los recuerdos. Pero no y la noche anterior llega como a sopapos de
viento.
Magen por Lola Morgan |