"Dame una 'coke on the rocks'",
le dijo Florchu al rasta de la barra, y no quedó tan boluda como parece, porque
lo de 'the rocks' no es una improvisación idiota: son pastillas de dramamine.
Los capitalistas narcos se dieron cuenta de que para monopolizar la droga había
que unificar el mercado. Desde entonces, salvo algún fasito baratito y casero
que andara por aquí o por allá, la única droga que circula es la dramamine.
Florchu compró, pagó, mojó los labios, y
como por una caja de velocidades la fiesta se empezó a acelerar. Caminó con el
escabio en una mano y los dedos de Magen en la otra mientras caras, ojos,
luces, figuras, todo se mezclaba y se confundía vertiginosamente. Magen, casi arrastrada,
escabió también, y en su cerebro alguien –alguna fuerza bastante copada seguramente–
hizo malabares con sus sensaciones. De repente alguien le tiró la boca a Florchu
y Florchu se dejó tirar, Magen habló de Lou Reed y de Trainspotting con dos
chicos medio travestidos que solo querían un buen trío, la tele pasó un loop
del 9/11 hacia atrás y hacia adelante y una sombra gritó por el número de una
ambulancia que atendiera por obra social. Temas nostálgicos de Blink 182 dieron
paso a Los campesinos! y a "Love is the king / but only if you have
cancer" y en algún momento los dedos de Magen y Florchu se volvieron a
enlazar, pero esta vez de una forma diferente y Magen pudo ver o sentir en todo
ese almíbar en la mirada de su amiga y que también estaba en su voz, en sus
movimientos ensortijados, en el azúcar de su aliento cada vez más tibio, que
algo idiota estaba por pasar. "Bleh, ya fue". Y lo idiota casi se materializa
bajo la forma de una primera vez si no fuera por un terrible vómito color verde
pastoso que se interpuso entre las dos y que casi trauma a Magen de por vida.
Por un momento no se entendió bien de quién salió pero Magen se palmeó, se
encontró relativamente seca y suspiró con los ojos todavía como platos. A todo
esto Florchu se había perdido entre cúmulos de crestas y pelos en 16 bits pero
cuando quiso buscarla lo que encontró fue una pibita de carita simpática.
–¿Vos vas al AUPI?
–Sí. ¿Vos también?
–Todavía
no.
La carita estaba cerca.
–Me gusta tu gorrito.
–A mí me gustan tus… moñitos.
Cada vez más cerca y Magen le dijo:
–Che, creo que nuestras caras son como dos
planetas. Si te acercás más quizás explote todo y se muera mucha gente.
–Jeh. Que explote.
Y la besó. Magen la besó también. Y ocurrió
todo en una suspensión de la realidad bastante hermosa. Entonces la mano de
Magen se apoyó en el cachete de la chica, subió, acarició su pelo y sintió, sobre
su cabeza, el tacto suave y peludo de unas orejas de gato.
Dani por Celeste Bazán |
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